Actualmente y debido a la necesidad de muchas marcas por mostrar una visión más ecológica y sostenible de sus productos, se tiende a destacar los componentes más naturales y de mayor calidad, sobre los que tienen una procedencia sintética y de menor coste; de esta forma, si una prenda se compone de un 50% de fibras de bambú y el otro 50% de poliéster, ésta se mostrará como una prenda de bambú y se omitirá el otro 50% sintético que la compone. Tendremos que comprobar la etiqueta de composición para conocer la realidad de las fibras de las que está hecha la prenda. Esta práctica se lleva a cabo incluso cuando la fibra que se quiere destacar sobre el resto, representa un porcentaje minoritario en el conjunto de la prenda.
En lo que respecta a los productos de lana, la situación no es diferente. En primer lugar, debemos tener en cuenta que la lana cuenta con un claro sucedáneo sintético: el acrílico. Esta fibra sintética ha tomado tal protagonismo que, en muchas ocasiones, se refieren a ella directamente como lana. Esta práctica está tan generalizada, que muchos vendedores tienen que añadir el distintivo “pura lana” para distinguirlos de la “lana sintética”. Recientemente, y como nuevo giro de tuerca, ha emergido un nuevo término para denominar a las fibras acrílicas: lana vegana.
En el mercado se pueden dar situaciones en los que una prenda que se presenta como hecha de lana, realmente solo tiene un 10 o 20% de lana natural. Además de acrílico, la lana se abarata principalmente mezclándola con poliéster, una de las fibras más baratas del mercado y la mayor impulsora del fast fashion y de la producción masiva de prendas económicas. Las combinaciones son infinitas, destacando también las mezclas con viscosa.
La lana también podemos encontrarla mezclada con nylon o elastano, en este caso, aunque la incorporación de estas fibras pudiera estar destinada a abaratar costes, lo más común es que su inclusión responda a una necesidad de aportar características especiales a la prenda para una determinada función. Normalmente se incorporan en ciertas prendas técnicas, como las que van a estar sometidas a abrasiones o para las que se requiere un ajuste perfecto. Un ejemplo pueden ser los calcetines técnicos o prendas destinadas a la seguridad laboral, en el que la prenda puede demandar un aporte extra de fibras sintéticas. En cualquier caso, las ocasiones en las que añadir sintéticos a la lana se traduzca en un mejor rendimiento del producto, serán muy concretos. Como ya hemos comentado en otros artículos, un calcetín de 100% lana es correcto para un uso casual o de reposo, en cambio, no es aconsejable para calcetines destinados al trekking o actividades outdoor de alto rendimiento.
Tomando los calcetines como referencia, podemos ver en las tiendas de deporte y montaña que algunos se etiquetan como calcetines de lana o de lana Merino; sin embargo, una vez que examinamos la etiqueta de composición de la prenda, comprobamos que, en numerosas ocasiones, el porcentaje de lana no llega al 50%. En este sentido, ¿a partir de qué porcentaje podemos considerar un calcetín, o prenda como “de lana”? Algunos opinan que si contienen lana, en el porcentaje que sea, ya pueden denominarse calcetines de lana; otros, en cambio, indican que al menos la lana debería ser la fibra con mayor proporción dentro de las que componen el calcetín. También están los que piensan que la presencia de lana debería ser superior al 50% para esta denominación y los más puristas indican que la única fibra que pueden contener es la lana. Qué no te den gato por libre! Comprueba la composición de tu calcetín.
En Skaapherder consideramos que un calcetín de lana para trekking o senderismo debería contener al menos un 65% de lana. Buscamos un equilibrio perfecto entre las ventajas que nos proporciona un alto contenido en lana Merino, con la inclusión de nylon (para aportar durabilidad) y elastano (para un mejor ajuste). Hay que tener en cuenta que los porcentajes no serán lo mismo en calcetines ligeros y sin tejido acolchado, que en calcetines gruesos y con acolchado de rizo. Normalmente, los calcetines de lana tienen una estructura de nylon y elastano a la que se añade la lana. En función de las características que necesitemos para el calcetín, éste se reforzará con el aporte de las fibras que consideremos más beneficioso. En los calcetines más gruesos habrá mayor posibilidad de incrementar el porcentaje de lana primando la incorporación de esta fibra sobre otras; sin embargo, en los calcetines ligeros, al tener menos posibilidad de aporte sobre la estructura del calcetín, el porcentaje de lana será más limitado. La mayoría de fabricantes que usan lana Merino, no utilizan hilos 100% lana, sino que usan una opción más económica cuya mezcla suele ser 80/20 o 60/40 lana/nylon, por lo que el porcentaje de sintéticos se mantendrá estable aunque aumente el peso del calcetín (la combinación con nylon se realiza en el mejor de los casos; ya que, para conseguir un mayor abaratamiento también se mezclan con poliéster o acrílico). En nuestro caso utilizamos lana 100% Merino, de esta forma, a mayor grosor del calcetín, mayor es el porcentaje en lana.
Otra “excusa” para mezclar sintéticos con la lana es evitar o retrasar la aparición de bolitas en las prendas, el denominado pilling. Erróneamente, a lo largo de los años se ha ido inculcado la creencia de identificar las prendas en las que aparece el pilling, como prendas de mala calidad. Muy al contrario, la formación de estas bolitas es un proceso natural que ocurre cuando las fibras más cortas de lana, u otras fibras, se abren camino hacia la superficie. Al contrario de lo que se suele pensar, no significa que la lana que compone la prenda sea de inferior calidad, sino que demuestra que la fibra es natural y no ha sido mezclada con sintéticos o se ha sometido a grandes procesos químicos para evitar su aparición. Tanto la longitud de la fibra, como el tipo de hilado al que se someta la lana, harán que ésta sea más o menos proclive a generarlo. El pilling suele aparecer en las zonas de mayor abrasión y al principio de su uso. En condiciones normales, si se elimina en las primeras semanas de uso, su sucesiva aparición se debería reducir, pues las fibras sueltas ya se habrán liberado. Si no le molestan estas bolitas y prefiere dejarlas, en ningún caso perjudicará la estructura o funcionalidad de la prenda.
Tampoco tenemos que olvidar que las tecnologías más comúnmente presentes en las prendas técnicas, y a las que se le atribuyen propiedades que aumentan la transpirabilidad o aislamiento térmico, están compuestas de poliéster. En Skaapherder, en cambio, no utilizamos ningún tipo de poliéster en nuestras prendas. Nuestros calcetines solo contienen Lana Merino, Nylon: para aportar un extra de durabilidad y mayor estructura, y elastano: para un ajuste perfecto al pie.